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ALREDEDOR DEL SONIDO
[Breve texto de presentación para Alrededor del Sonido]
¿Consigue alguna vez el espectador agotar los objetos que contempla? No existe fin para su deambular. A veces, sin embargo, puede sentirse como si, después de explorar mil posibilidades, se hallara escuchando, con todos sus sentidos en tensión, un confuso murmullo. Las imágenes empiezan a sonar, y los sonidos son otra vez imágenes. Cuando este murmullo indefinido -el murmullo de la existencia- le alcanza, puede que se encuentre más cerca que nunca de la meta inalcanzable. Siegfried Kracauer
Según una antigua leyenda, un pintor chino fue encarcelado porque el ruido de la cascada que había pintado en la habitación principal de palacio no dejaba dormir al emperador. Sea cierto o no, este relato nos habla de la capacidad del artista para representar la naturaleza con un realismo brutal, pero también de la complejidad de los sentidos y de cómo ciertas experiencias se construyen y completan entre el ojo y el oído.
Aunque el propio verbo “imaginar” delata nuestra inclinación a darle mayor protagonismo a las representaciones visuales, también podemos construir o recrear mentalmente sensaciones auditivas. De este modo, aunque el cine empezó siendo un espectáculo para la mirada, la escucha ya estaba implícita en las imágenes. Es difícil que no resuene en nosotros, con la misma claridad que lo hacía la catarata en el insomne emperador, el chirriar de hierros, el silbato o el ajetreado bullicio del intercambio de pasajeros cuando vemos la archiconocida llegada del tren a la estación filmada por los Lumière. Son esos ruidos, y no la música o las voces, los que nos asaltan cuando presenciamos escenas como esta.
El desarrollo de dispositivos capaces de atrapar y reproducir sonidos e imágenes en movimiento vendrá a poner el colofón al siglo XIX. Aquello que hasta entonces parecía inalcanzable, atrapar lo transitorio y lo fugaz, parafraseando a Baudelaire, se convertiría en una auténtica revolución cultural, aunque ambas formas de registrar y representar la realidad tardarían unos años en encontrarse definitivamente.
El cine no es visible y audible, sino algo que sucede en medio de ambos sentidos. Si las imágenes se proyectan sobre la pantalla, el sonido es el modo que tiene el cine de proyectarse sobre nosotros, de expandirse y llenar el espacio situándonos en el centro y no enfrente, creando así una topografía inmersiva. No obstante, durante mucho tiempo, el audio ha cumplido una función accesoria para acompañar la contemplación, fue un complemento que vino después y que servía para resaltar ficciones, subrayar instantes o hilvanar continuidades.
Por suerte, cada vez son más los creadores que, entendiendo la obra cinematográfica en su totalidad, descubren en él un recurso, no sólo eficaz para “coser” planos, sino también necesario en la elaboración de estructuras y narrativas y, sobre todo, en la reafirmación de su naturaleza como una experiencia sensible. Como decía Alberto Cavalcanti, mientras “las imágenes son claras y específicas, los ruidos son vagos” y “hablan directamente a las emociones”.
Ruidos de los que está hecho ese “murmullo indefinido” que nos alcanza entre haces de luz y que será el protagonista de esta nueva edición de Curtocircuíto, en la que el sonido ocupa el centro, y que persigue la ilusión de atraparlo al situarnos a su alrededor, cuando en realidad siempre nos envuelve.
Estos encuentros quieren ser un espacio abierto al diálogo en torno a lo sonoro como eje de expresión y como vía de conocimiento. Reivindicar el lugar del tímpano junto a la retina y, centrándose en aspectos como la grabación de campo, la etnografía, la inmersión sensorial, la sinestesia, la performance o el paisaje y diseño sonoro, ser un punto de encuentro interdisciplinar, de reflexión y debate.
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AROUND SOUND
[Brief presentation text for Around Sound]
Does the spectator ever succeed in exhausting the objects he contemplates? There is no end to his wanderings. Sometimes, though, it may seem to him that, after having probed a thousand possibilities, he is listening with all his senses strained, to a confused murmur. Images begin to sound, and the sounds are again images. When this indeterminate murmur–the murmur of existence–reaches him, he may be nearest to the unattainable goal. Siegfried Kracauer
According to an ancient legend, a Chinese painter was imprisoned because the noise of the waterfall he had painted in the palace’s great hall did not let the emperor sleep. Whether this is true or not, this tale tells us of the artist’s ability to represent nature with a brutal realism, but also with the complexity of the senses and how certain experiences are constructed and completed between the eye and the ear.
Although the verb “imagine” betrays our inclination to let visual representations take centre stage, we can also construct or mentally recreate auditory impressions. In this way, although cinema began as entertainment for the eye, listening was already implicit in the images. It is difficult for it to not to resonate in us, as clearly as the waterfall in the sleepless emperor, the sound of grating iron, the whistle or the busy hustle and bustle of passengers getting on and off when we see the legendary arrival of the train to the station filmed by the Lumière brothers. It’s those noises, and not the music or the voices, that assault us when we witness scenes like this.
The development of devices capable of catching and reproducing sounds and moving images will bring the colophon to the 19th century. What until then seemed completely out of reach, catching the transient and the fleeting, paraphrasing Baudelaire, would become a true cultural revolution, although both ways of recording and representing reality would take a few years to finally discover.
Cinema is not just seeing and hearing, but rather something that happens in the middle of both senses. If the images are projected onto the screen, sound is the way that the cinema must project onto us, to expand and fill the space by placing us in the centre of it and not in front of it, creating an immersive topography. However, for a long time, audio has played a secondary role to accompany the contemplation. It was an addition that came later and that served to enhance the stories, to emphasize instants or to string together continuities.
Fortunately, more and more creators who, understanding cinematographic work, discover a resource in it, which is not only effective in “sewing” shots, but also necessary in the development of structures and narratives and, above all, in the reaffirmation of its nature as a responsive experience. As Alberto Cavalcanti said, while “the images are clear and specific, noises are vague” and “speak directly to the emotions”.
Noises in which that “indeterminate murmur” is made that reaches us between beams of light that will be the protagonist of this new edition of Curtocircuíto, in which sound takes centre stage. It pursues the illusion of being caught by placing us on the outside all around it, when in fact it always on the inside surrounding us.
These meeting points want to be a space open to dialogue about sound as an axis of expression and a road to knowledge. To affirm the tympanic site together with the retina, focusing on aspects such as field recording, ethnography, sensory immersion, synesthesia, performance or landscape and sound design, being an interdisciplinary meeting point for reflection and debate.
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ARREDOR DO SON
[Breve texto de presentación para Arredor do Son]
¿Consegue algunha vez o espectador esgotar os obxectos que contempla? Non existe fin para o seu deambular. Ás veces, sen embargo, pode sentirse como se, despois de explorar mil posibilidades, se atopase escoitando, con todos os seus sentidos en tensión, un confuso murmurio. As imaxes comezan a soar e os sons son outra vez imaxes. Cando este murmurio indefinido (o murmurio da existencia) o alcanza, pode ser que se atope máis preto que nunca da meta inalcanzable. Siegfried Kracauer
Segundo unha antiga lenda, un pintor chinés foi encarcerado porque o ruído da fervenza que pintara no cuarto principal do pazo non deixaba durmir ao emperador. Sexa certo ou non, este relato fálanos da capacidade do artista para representar a natureza cun realismo brutal, pero tamén da complexidade dos sentidos e de como certas experiencias se constrúen e completan entre o ollo e o oído.
Aínda que o verbo “imaxinar” delata a nosa inclinación a darlle maior protagonismo ás representacións visuais, tamén podemos construír ou recrear mentalmente sensacións auditivas. Deste xeito, aínda que o cine comezou sendo un espectáculo para a mirada, a escoita xa estaba implícita nas imaxes. É difícil que non resoe en nós, coa mesma claridade coa que o facía a fervenza no insomne emperador, o renxer dos ferros, o chifre ou o atarefado bulicio do intercambio de pasaxeiros cando vemos a ben coñecida chegada do tren á estación, filmada polos Lumière. Son eses ruídos, e non a música ou as voces, os que nos asaltan cando presenciamos escenas coma esta.
O desenvolvemento de dispositivos capaces de atrapar e reproducir sons e imaxes en movemento poría o colofón ao século XIX. Aquelo que ata o momento semellaba inalcanzable, atrapar o transitorio e o fugaz, parafraseando a Baudelaire, convertíase nunha auténtica revolución cultural, aínda que ámbalas dúas formas de rexistrar e representar a realidade tardarían uns anos en atoparse definitivamente.
O cine non é visible e audible, senón algo que sucede no medio de ámbolos dous sentidos. Se as imaxes se proxectan sobre a pantalla, o son é o modo que ten o cine de proxectarse sobre nós, de expandirse e encher o espazo, situándonos no centro e non en fronte, creando así unha topografía na que un se somerxe. Sen embargo, durante moito tempo, o audio cumpriu unha función accesoria para acompañar a contemplación, foi un complemento que veu despois e que servía para resaltar ficcións, destacar intres ou unir continuidades.
Por sorte, cada vez son máis os creadores que, entendendo a obra cinematográfica na súa totalidade, descobren nel un recurso non só eficaz para “coser” planos, senón tamén necesario na elaboración de estruturas e narrativas e, sobre todo, na reafirmación da súa natureza coma unha experiencia sensible. Como dicía Alberto Cavalcanti, mentres “as imaxes son claras e específicas, os ruídos son vagos” e “falan directamente ás emocións”.
Ruídos dos que está feito ese “murmurio indefinido” que nos alcanza entre raios de luz e que será o protagonista desta nova edición de Curtocircuíto, na que o son ocupa o centro e que persegue a ilusión de atrapalo ao situarnos ao seu redor, cando en realidade, sempre nos envolve.
Estes encontros queren ser un espazo aberto ao diálogo ao redor do sonoro como eixe de expresión e como vía de coñecemento. Reivindicar o lugar do tímpano xunto á retina e, centrándose en aspectos como a gravación de campo, a etnografía, a inmersión sensorial, a sinestesia, a performance ou a paisaxe e deseño sonoros, ser un punto de encontro interdisciplinar, de reflexión e debate.