“También fusión acústico-electrónica presentaba el compositor gallego Xoán-Xil en Flame (2014), un estudio de los movimientos de la llama de una vela, como metáfora visible de una espiritualidad invisible. Xoán-Xil trama en Flame una propuesta multidimensional que une fragmentos de improvisación libre con instalación sonora, ámbito en el que mejor conocemos su trabajo. Flame establece un intrincado diálogo con la videocreación del artista gallego Horacio González, que se recrea en el Pentecostés (1597-1600) del Greco, ampliando y desenfocando distintas partes de su superficie, tratando la imagen hacia una estilización finalmente rothkiana que lleva al Greco a sus últimas consecuencias como senda inevitable en la ruta intemporal de la abstracción. Hay una potente reflexión sobre la luminosidad y su gradación, a través de las texturas instrumentales y electrónicas. No conocía hasta ahora la composición de Xoán-Xil para instrumentos acústicos, y he de decir que Flame ha resultado una gratísima revelación, una pieza de gran expresividad, potencia e inventiva tímbrica, tramada en base a una exploración extendida de los instrumentos (en su caso, un quinteto de flauta, saxofón, piano, guitarra eléctrica y percusión), que busca sus rugosidades, un carácter ruidista que pretende corresponder este ‘ruido rosa’ en lo sonoro con la inestabilidad de la llama en lo visual; incluso en el ámbito científico, pues Xoán-Xil parte de un análisis físico del movimiento de la llama, que provee datos y gráficas de oscilaciones que marcarán las fluctuaciones instrumentales, la crepitación que cada músico activa al rascar, golpear, soplar, distorsionar, etc., su instrumento; proceso en el que se establecen amplios márgenes de indeterminación, con momentos de retroalimentación electrónica que, de algún modo, dejan expuestos a los músicos a la labor del compositor-improvisador en vivo: él mismo en el pasillo central del patio de butacas, controlando la electrónica desde su teléfono móvil, en toda una demostración de nuevas vías de creación sonora actual.

Si en los primeros minutos de Flame tienen mayor peso los acústicos, a medida que la pieza avanza la electrónica gana espacio, con frecuencias agudas hirientes proyectadas en surround al patio de butacas. Es ahí donde Xoán-Xil pretende crear tonos de síntesis a partir de estas frecuencias: ilusiones auditivas generadas por dos tonos agudos amalgamados que son transubstanciación musical de lo inasible, de lo espiritual. Es así que el final de Flame presenta un denso marasmo de sonoridades agudas y crepitaciones graves, de destellos lumínicos y oscuras cenizas: el alma trascendiendo el cuerpo, pura mística. Muy musical e interesante propuesta, la que Xoán-Xil y Horacio González han tramado entre imagen y sonido, en una pieza in progress que, según comentaba el compositor, se irá determinando en sucesivos pasos en cuanto a notación. Sería muy interesante volver sobre su trabajo de la mano de Vertixe Sonora”.

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