La segunda propuesta de la noche vino de la mano de Xoán-Xil López, uno de los artistas sonoros más importantes de España, campo en el que, además de su doctorado, destacan las muchas investigaciones relacionando naturaleza, música e historia que le han servido de base para sucesivas creaciones, como la que en RESIS se estrenó fruto de un encargo del propio festival. Se trata de Sereas (Oda ludita) (2024), partitura para soprano, recitadora, acordeón, violonchelo, percusión y electroacústica basada en un texto de la poeta orensana Alba Cid escrito a partir del trabajo de documentación que conjuntamente Xoán-Xil y Alba Cid desarrollaron sobre el levantamiento de las trabajadoras de la Fábrica de Tabacos de La Coruña en 1857, cuando éstas se revelaron tirando al mar las máquinas recién adquiridas por la empresa: eco del ludismo que no sólo confiere la mayor pertinencia al lugar donde se celebraba el concierto, sino a un diálogo con La fabbrica illuminata de lo más directo y consecuente.

Lejos de convertirse en una reflexión histórica desligada de las problemáticas actuales, Sereas lleva a cabo una potente reflexión sobre «la relación crítica y paradójica con la tecnología, los modos de producción y la resistencia frente a un capitalismo tecnológico que persigue incrementar la concentración de bienes de producción en lugar de redistribuirlos», apunta Xoán-Xil. A mayores, y como en los libretos de Massimo Cacciari preparados para las partituras postreras de Luigi Nono, hay en Sereas una mirada a la mitología clásica por medio de las sirenas que (en gallego) dan nombre a la obra; unas sirenas en las que, asimismo, podrían resonar las que asociamos a las de las fábricas (pautando mecánicamente la vida del proletariado) o a las de la policía, acudiendo a reprimir las revueltas obreras.

En el caso de Sereas, ello viene dado por una cita de Pascal Quignard rescatada por Xoán-Xil (aunque no forme parte del texto de la obra): «Ulises nunca dijo que el canto de las sirenas fuera hermoso. Ulises, el único humano que escuchó el canto que hace morir sin morir, dice, para caracterizar el canto de las sirenas, que ese canto “llena el corazón del deseo de escuchar”». Deseo de escucha: desde luego, pocas voluntades se encuentran en un punto tan central del pensamiento noniano, así como el deseo de reinvención tímbrica en diálogo con la mitología. En el caso de Sereas, seis son las sirenas mecánicas que se convierten (en la séptima sección de la obra) en «voces artificiales» que recuerdan a la sirena de la propia fábrica: paisaje sonoro de la ciudad que todavía permanece en la memoria colectiva, aquí transmutado en un dispositivo de naturaleza electroacústica controlado manualmente para generar armonías, glissandi y battimenti que inciden en la transubstanciación final de las trabajadoras de la fábrica en las sirenas mitológicas que pueblan un mar que se adentra en el espacio acústico por medio de una electrónica muy puntualmente utilizada (en la sexta sección).

Sereas se desarrolla en ocho secciones que parten de una visión musical de la fábrica en la distancia: retícula y laberinto construido a partir de los armónicos del violonchelo, con sucesivas entradas de percusión y acordeón en técnicas extendidas que remedan sonoridades mecánicas y sinusoidales que asociaremos tanto a los patrones acústicos de una fábrica como a un Luigi Nono cuyas técnicas vocales de naturaleza microtonal lleva Xoán-Xil a su partitura; de nuevo, con la excepcional voz de Adriana Aranda, capaz de unos rangos dinámicos que resonaron en todo el patio de la fábrica, saturándolo y creando una inmersión muy potente y expresiva, a la que sumó su manipulación de objetos de fuerte simbolismo fabril y sindical, como las cadenas, la carraca, el megáfono o una sirena manual con la que finalizó la obra y su canto en la octava sección de Sereas: dúo tan inusual como sobrecogedor, por el camino hasta allí recorrido.

En Sereas, la soprano catalana estuvo acompañada por Eva Vieites en un excelente recitado de precisa dicción en todo momento, total ausencia de teatralidad impostada y con un distanciamiento que la convirtió en objetivación de la memoria viva de la fábrica y sus trabajadoras, alternando recuerdos de éstas, datos técnicos sobre la producción y fragmentos poéticos recogidos por Alba Cid en un palimpsesto en el que se entretejen desde trovadores gallegos, como Mendinho, hasta el lado más político de Lord Byron. La alternancia de Adriana Aranda y Eva Vieites en la exposición del texto se dobla en diversos momentos de Sereas con un trío instrumental que nos recordará (en la cuarta sección) al ciclo Voices and Piano (1998…) de Peter Ablinger, sumándose mecanismos repetitivos propios del postminimalismo (o de una factoría industrial) y ecos que van de la música decimonónica (en lo más melódico y tonal) al propio Luigi Nono, pasando por la profusión de arcos circulares y glissandi en violonchelo, sobrepresión de arcos contra las láminas en la percusión, o aire sin tono y arpegios en el acordeón: ruidismo análogo al del abrasivo paisaje industrial del siglo XIX, así como explicitación musical de las convulsiones sufridas por las trabajadoras, llevadas aquí a los instrumentos.

La soberbia interpretación de Adriana Aranda, Eva Vieites, Millán Abeledo (violonchelo), Nikola Tanasković (acordeón) y Noè Rodrigo (percusión) en el estreno de Sereas responde no sólo a la gran calidad de estos músicos, sino a una firme voluntad de Xoán-Xil y Alba Cid de crear una obra musical como experiencia colaborativa y comunitaria, en la que han tomado parte desde la última trabajadora de la Fábrica de Tabacos de La Coruña hasta los técnicos que han adecuado al espacio acústico tanto La fabbrica illuminata como Sereas (Oda ludita), dejándonos otro momento de muy pertinente reflexión política, así como de genuina belleza y vivencia social de una escucha en profundidad que, como señaló Xoán-Xil citando a Luigi Nono, es todo un acto político en sí mismo. En El error como necesidad (1983), Nono sostenía que lo esencial en aquel momento histórico era «despertar los oídos, los ojos, el pensamiento, el máximo de interiorización exteriorizada». No cabe duda de que, cuarenta años después, esta actitud es, si cabe, aún más necesaria en una sociedad hoy intoxicada por los apriorismos y la comercialización de la escucha. Ahí se elevan el amor y el silencio como armas de transformación. Con tal mensaje concluía Sereas, el pasado 11 de mayo.

Paco Yáñez

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